ÑAUPA WARMIS

De la serie PachaLego

ÑAUPA WARMIS 

Las Venus de Lego

Concebidas desde la cosmovisión de Noe Mayorga y su íntima relación con la cultura andina, las Ñaupa Warmis —definidas por el propio artista como antiguas mujeres portadoras de sabiduría— se vuelven tangibles a través de una apropiación inédita creada a partir de la conocida figura de Venus. A lo largo del tiempo, su imagen ha sido asociada con el principio femenino, con la protección, con la fertilidad; sin embargo, su significado trasciende ampliamente estas primeras relaciones para traspasar las fronteras humanas y reconocer en ella la fuerza de la naturaleza creadora y su perenne esencia ancestral y sideral.

Inmerso en esta antesala, Noe le expresa su devoción al crear una resignificación adaptada de la Venus mediante  minúsculas esculturas de barro que junto a su ya conocida estética lego, ha incrustado —con suspicaz definición—  dentro de singulares contornos arquitectónicos y microgrutas camufladas en el espacio público cuencano. El tradicional proceso alfarero de esta geografía y, por ende, la arcilla, material provisto por la propia Pachamama, es el soporte de estas minideidades que acompañan al transeúnte en un recorrido diario por ramblas, orillas y muros de la ciudad que se anuncian desde un relato personal transitado a priori por el artista. A partir del modelado e impresión 3D, las Ñaupa Warmis fueron esculpidas a detalle, aprovechando el interés del artista por la cuarta revolución industrial que se articula de manera intrínseca con sus consistentes ejercicios de cultura “remix”.

Este gesto amalgama a nivel plástico la experiencia que Mayorga vivió como huésped prendado de este paraje hace un par de años, su entrañable vínculo con la comunidad de Mocha en Tungurahua y el arraigado apego que mantiene con el concepto de diosa madre personificada, a la que también retrata de cuerpo entero en Punku —obra galardonada en el reciente Salón de Pintura de Noviembre de la ciudad de Ambato—, una advocación pictórica que incluye geometría sagrada (el círculo, el octógono , el cuadrado, la chacana, la estrella Quitu Cara), a la cual incorpora —en su imagen de fondo— el paisaje andino del centro del Ecuador en intencional guiño al pintor decimonónico Luis A. Martínez y a la clásica vestimenta de la cultura chibuleo.

Entre sus anhelos, el artista acentúa la necesidad de regresar a mirar otras formas de sanación devenidas de la invocación a la diosa, hacia la búsqueda de una acción mancomunada que incite a lo colaborativo y que lleve a cuestionar cómo actuar desde el corazón para generar nuevas realidades en pro del cuidado y afecto por el otro [ser], enmarcando su trabajo en el tiempo actual que permuta entre paradigmas rutinarios puestos a prueba y que cuestiona desde dónde y hacia dónde camina la humanidad.

Ma. Gabriela Vázquez

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